Reformar las instituciones educativas
Reflexiones de Inger Enkvist sobre el secuestro de la educación por intereses ajenos a ella, y sus consecuencias.
Inger Enkvist es pedagoga e hispanista, catedrática de español en la universidad de Lundt y asesora del gobierno sueco. Publicó recientemente “El naufragio de la Segunda República. Una democracia sin demócratas” (La Esfera de los Libros).
Los países occidentales consideran que la educación es extremadamente importante, ponen todos muchos recursos en la educación, pero el resultado es decepcionante. Los ciudadanos han perdido la esperanza de ver un cambio porque los intereses creados que frenan el cambio son muy fuertes.
Se debería hablar de corrupción. La educación es una fuente de ingresos para ideólogos y administradores. En los años 1960 se solía hablar del poder del complejo militar e industrial, pero hoy se podría hablar de un complejo estatal y educativo, porque ese sector mueve mucho dinero y emplea a gran número de personas. Es un grupo que dispone de poder y recursos y no quiere cambios. No se trata solo de corrupción económica sino también de corrupción moral, porque el sistema de educación está pensado para trasmitir la cultura del país, socializar a los jóvenes como ciudadanos y formar la mano de obra que necesita el país. A pesar de tener una misión importante, la educación no educa o no educa tan bien como quisiéramos.
En casi todos los países occidentales hay quejas sobre la educación. Se habla de un rendimiento mediocre y de una burocracia aplastante. La educación está secuestrada por intereses ajenos a la educación. Hay varias hipótesis sobre cómo hemos llegado a esta situación. Una es que diferentes gobiernos han ido colocando a sus simpatizantes en el sistema educativo. En otras palabras, se hace caso omiso de la meritocracia y la educación se utiliza para el clientelismo. Otra hipótesis es que la situación de hoy refleja la consigna del pensador marxista Antonio Gramsci. Este propuso a los revolucionarios, decepcionados por no conseguir el poder por las armas, transformar las sociedades desde dentro. Deberían conseguir puestos en las instituciones y permear la sociedad desde allí, algo llamado “la larga marcha a través de las instituciones”. Es una idea inteligente: un activista que es empleado público puede dedicarse a promover su ideología política disfrutando al mismo tiempo de un salario fijo.
Las quejas sobre el sistema educativo son muchas. El nivel cultural de los docentes es demasiado bajo, la formación docente tiene un nivel poco exigente, y la burocracia es asfixiante. A nivel universitario, las quejas tienen que ver con las camarillas, los enchufes, la endogamia y el estancamiento científico. En España, es objeto de odio la agencia de acreditación Aneca.
¿Qué hacer? Se puede escuchar un podcast del filósofo estadounidense Peter Boghossian, bien conocido por sus críticas a la ideologización de la Universidad. Acaba de enumerar los cambios radicales que quisiera que se hicieran en los Estados Unidos, pero son interesantes también en otros países. ¿Qué dice?
El cambio más fundamental sería el de la formación docente, afirma Boghossian. Esta formación está en la raíz de muchos males: la mediocridad, la ideologízación, la falta de atractivo de la docencia y, de manera general, el bajo nivel educativo y cultural del país. Hay que cerrar las instituciones actuales y empezar desde cero.
Curiosamente, la educación pública, que es la continuidad de la formación docente que se acaba de describir, cuesta más y da menos conocimientos que la educación alternativa. Ya que la enseñanza estatal tiene un nivel bajo y está ideologizada, opina Boghossian, se debe dar posibilidad a las famliias a elegir colegio.
¿Y la universidad? ¿Se puede reformar o hay que empezar desde el cero? Para Boghossian está claro que el sistema está quebrado y no se puede reparar. En las ciencias sociales, su propio campo, hay que fundamentar la enseñanza en lo real y comprobado. Hay que volver a hablar de una verdad objetiva. Se debe abandonar la política de ”diversidad”. Las manifestaciones estudiantiles pro-Hamas del último año han mostrado que muchas universidades están a la deriva en el wokismo y el islamismo.
Se debe cambiar a fondo la manera de evaluar a los profesores universitarios. Para los profesores, el sistema de ”peer review” se ha convertido en una fuente de corrupción, porque se pueden formar ”cárteles” de universitarios que se recomiendan mutuamente. Hay que abolir las agencias estatales de acreditación de universidades porque ejercen un monopolio ideológico sin estar acreditadas por nadie.
En otras palabras, Occidente debe reformar a fondo sus sistemas de educación.
Foto de las ruinas de Ahmed Almakhzanji vía Unsplash.