Por qué el Real Madrid debe abandonar LaLiga Negreira
Lo que representa el Real Madrid, España, historia, triunfo y excelencia, es una ofensa contracultural.
Tras el escandaloso arbitraje perpetrado ayer en Pamplona por José Luis Munuera Montero (“todo ok, José Luis”), el Real Madrid ha perdido toda la ventaja que cosechaba hace escasas tres jornadas frente a sus rivales. El modus operandi ha sido parecido al que ya se utilizara en varias otras temporadas de la etapa Negreira: cuando el Real Madrid parece escaparse en la clasificación (le sacaba ya siete puntos al Barcelona de Flick antes de salir a jugar contra el Español), una serie de arbitrajes infames aprieta la clasificación. Y cuando el mès que un club alcanza el liderato, ya nadie lo baja de ahí. Hasta en siete ocasiones, en las dos décadas de negreirato, el Real Madrid llegó líder a la jornada 25 para luego ser desbancado tras actuaciones arbitrales inexplicables.
Para los no iniciados: a pesar de que José María Enríquez Negreira dejó de recibir pagos millonarios del FC Barcelona en 2018, y de que ya no es vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA), quienes siguen manejando en España el cotarro arbitral son los miembros de su guardia pretoriana: Luis Medina Cantalejo y Carlos Clos Gómez. La instancia superior, la gubernamental, representada en el Consejo Superior de Deportes, viene de prevaricar flagrantemente, adulterando una vez más la competición, para permitir por enésima vez al FC Barcelona inscribir jugadores (Dani Olmo y Pau Víctor) sin cumplir con las normas de límite salarial y fair play financiero que sí se aplican tajantemente a todos los demás clubes.
Todo esto sucede en un contexto evidentemente político. Los éxitos del Real Madrid, tal vez la empresa española más exitosa y admirada a nivel global, son percibidos por buena parte de nuestros compatriotas como una afrenta y una provocación. Lo que representa el Real Madrid, España, historia, triunfo y excelencia, es una ofensa contracultural. Sin embargo, en la España asimétrica de las autonomías, los éxitos del FC Barcelona, sobre todo a nivel nacional, suponen un justo desagravio, un alivio parcial, aunque nunca jamás suficiente, de un victimismo perpetuo: el del catalanismo secesionista.
En este ecosistema se tiene que desenvolver, semana tras semana, temporada tras temporada, el club blanco. Se trata de un ambiente permanentemente hostil a sus intereses, en el que su mera presencia se considera un intolerable desafío al buen orden (asimétrico, por supuesto) de la España centrífuga. Nuestros jugadores extranjeros, desde Bellingham hasta Vinicius, no entienden tanto odio e injusticia cuando llegan aquí. Sí lo entendió otro foráneo, éste más listo que los ratones coloraos, Jose Mourinho, cuando preguntó retóricamente, unas diez veces seguidas, aquéllo de “por qué”: hoy sabemos perfectamente por qué; hay hasta un macrojuicio abierto.
Cabe también reconocer que el Real Madrid se beneficia indirectamente de esta opresión estructural. El constante hostigamiento que sufren sus jugadores en los campos de La Liga (con las honrosas excepciones de Español, Las Palmas y Betis), los arbitrajes leoninos, y el tener que competir con una mano atada a la espalda explican en parte su segunda edad dorada en la Copa de Europa: todo ello exige al equipo un nivel de compromiso y solidaridad mucho mayor, del que luego se beneficia en la Champions, donde los arbitrajes son neutrales y los rivales respetuosos. Las remontadas inexplicables, la mística del Bernabéu y la épica constante se explican en alguna medida por esta obligada mentalidad de supervivencia ante el asedio al que el Real Madrid es sometido en su propio país.
Si el equipo compitiera en España en igualdad de condiciones, seguramente ganaría Ligas (como la actual) con cierta facilidad. Y cuando los clubes ganan ligas sin despeinarse existe una tendencia, humana y natural, a la relajación y el sesteo. Lo vimos ya, de hecho, en los primeros meses de esta temporada, tras ganar la última liga y la Champions League número 15. Algo así les sucede a equipos como PSG o Bayern Munich, cuyo desempeño continental sufre precisamente por la escasa exigencia a la que están sometidos en los campeonatos francés y alemán. Lo contrario le pasa, por cierto, al propio FC Barcelona: acostumbrado a jugar con red en España, donde todo se le permite, y encantado por ello de haberse conocido, lleva una década haciendo el ridículo fuera de nuestras fronteras, donde se le trata como a uno más.
¿Un problema sin solución?
El Real Madrid contaba con que el relevo de Luis Rubiales al frente de la Real Federación Española de Fútbol, de la que depende el CTA, supusiera un antes y un después en el estamento arbitral. Ha sucedido, sin embargo, todo lo contrario, con la consolidación en el poder de los Negreira Boys Medina y Clos. Tras emitir el Real Madrid un comunicado de queja por el atraco a mano armada sufrido en el RCD Stadium de Cornellá, los capos del fútbol patrio, liderados por Javier Tebas, decidieron presentar una denuncia contra el club. Huelga recordar que no lo hicieron cuando la justicia española, así como la Guardia Civil (dos de las instituciones que aún sustentan, a duras penas, la seguridad jurídica del país) descubrieron que un club, el mès que un club, había estado pagando al vicepresidente arbitral unos 8 millones de euros por asegurarse “arbitrajes neutrales”, según declaró el propio Negreira ante Hacienda sin que se resquebrajara su rostro pétreo.
Ante eso, todo ok, José Luis. La única reacción entonces de Javier Tebas fue recordar que esos hechos “ya habían prescrito” para la justicia deportiva. Cabe recordar que, casualmente por supuesto, el gobierno había colocado a un exdirectivo del FC Barcelona, Albert Soler, conocedor de los pagos, en el propio CSD durante el periodo en que esos delitos deportivos aún no estaban prescritos.
El problema para el Real Madrid no es sólo arbitral, como intento explicar. Se trata de un asunto estructural, nacional, incluso cultural, que no va a mejorar nunca en el marco político de un Estado Autonómico en el que los resortes de poder (que eso son el CSD, la RFEF y el CTA) dependen constantemente del “acomodo” de ciertos españoles (los de primera, con sus hechos diferenciales) frente a otros (los de segunda, hombres “poco hechos”, que decía Pujol, que además van por ahí provocando queriendo que se les trate como iguales).
Los cambios profundos prometidos por el nuevo inquilino de la Ciudad Deportiva de Las Rozas, Rafael Louzán, no pueden nunca ser ejecutados por las mismas personas (Medina, Clos y sus árbitros de cabecera, los Munueras, De Burgos, y Gil Manzanos) que hicieron carrera bajo el régimen corrupto de Negreira. Todo lo que no sea su destitución inmediata, así como la jubilación anticipada de todos los árbitros que estaban ya en el sistema en el año 2018, será una mera engañifa.
El error estratégico de la SuperLiga, y una solución: el Real Madrid y la Hispanidad
Ante este panorama, la afición del Real Madrid hace ya tiempo que exige al club presidido por Florentino Pérez que tome cartas en el asunto. Se han dado algunos pasos, como los informes arbitrales de Real Madrid Televisión y la personación del club como damnificado en la instrucción del Caso Negreira. Sin embargo, todo ello ha coincidido con el empeño, hoy a todas luces fallido, de romper con la UEFA mediante la llamada European SuperLeague, un proyecto muy a destiempo en el que Real Madrid y FC Barcelona van de la mano. Esta circunstancia ha puesto sordina a la reacción del club, que se ha visto empujado a la acción por una afición que ya no soporta el timo semanal que es la competición de Liga en España.
Su puesta en escena, hace un año, fue el gran error estratégico de un Presidente, Florentino Pérez, que en todo lo demás ha obrado auténticos milagros, consagrándose como un igual de Don Santiago Bernabéu. La cochambrosa presentación en El Chiringuito y la escasa preparación ante la avalancha propagandística que se llevó por delante al resto de clubes europeos que formaban (y, ojo, legalmente siguen formando) parte del mismo hicieron que el proyecto se desmoronara antes de nacer. El club erraba el tiro, de todas maneras: aunque la UEFA de Ceferin sea también un nido de prebendas y canonjías, el Real Madrid recibe un trato justo a nivel europeo. En cierto modo, incluso recibe, de vez en cuando, los beneficios, también arbitrales, que habitualmente favorecen a los grandes. Lo que el Real Madrid debió empezar a buscar, en vez de un reemplazo de la Champions League, era una fórmula para abandonar la Liga española.
No propongo aquí ideas absurdas, como la de pedir el ingreso en la Premier League u otra liga europea. El Real Madrid podría haber propuesto en su día, y aún tiene tiempo de hacerlo, una Liga Hispánica, Latina, Iberófona o como queramos llamarla, que realmente pueda rivalizar, como liga global, contra la Premier League y, cada vez más, contra la liga de Arabia Saudí. Según esta propuesta, el Real Madrid, junto con clubes de la Hispanidad, Lusofonía y Latinidad globales, podría ser el fundador de una competición mucho más atractiva, deportiva y económicamente, que las actuales.
Pienso en una liga con los mejores equipos de Portugal (Sporting, Benfica, Porto), Italia (Juventus, Milan, Nápoles), Argentina (Boca Juniors, River Plate, Racing), México (América de México, Monterrey) Brasil e incluso Estados Unidos. ¿Acaso tendría menos atractivo un Real Madrid – Boca Juniors en el Bernabéu que un partido contra el Getafe o el Girona? ¿No podría el Real Madrid pasar 7 u 8 semanas al año en las Américas, no para inconvenientes giras veraniegas como ahora, sino para competir por títulos en La Bombonera, el Monumental, el Azteca, Maracaná o Miami? ¿Tendría eso menos interés que nuestras visitas a El Sadar o a Mestalla, donde se nos trata además de uñas, y se desea la muerte a nuestros jugadores sin que los árbitros se dignen siquiera a reflejarlo en el acta? ¿Se imaginan las visitas de los equipos hispanoamericanos al Bernabéu, con las enormes colonias argentina o mexicana que hay en Madrid? Creo que sería una competición de la que se beneficiarían las maltrechas economías de los equipos históricos americanos y que además se mediría no ya en pie de igualdad, sino en superioridad, contra la Premier y la Saudi League.
Habrá quien diga que es una idea descabellada. Todo ok, José Luis. Más insensato es seguir empeñados en una European SuperLeague de la que ya se han bajado absolutamente todos. Lo mismo le dijeron otros, allá por los años 50, a un albaceteño llamado Santiago Bernabéu cuando se le ocurrió la idea de que el Real Madrid saliera de España y jugara contra los mejores de Europa. En aquellos tiempos, el hoy mès que un club condecoraba al Caudillo y se beneficiaba de la recalificación de los terrenos donde hoy se ubican las ruinas del viejo Camp Nou. La alternativa es seguir viendo, semana tras semana, cómo al club deportivo más laureado de la historia del deporte se le trata como a un paria en su propio país. Por mi parte, admirado Florentino, te cedo gratuitamente la idea: el Real Madrid y la Liga Ibérica y de la Hispanidad.
Carlos Conde Solares es miembro de la Peña Madridista de Londres - Cibeles Square