Fin de la inocencia (Parte 2)
Cómo Stalin utilizó España como una pieza más en su ajedrez geopolítico.
“Hay que conocer el pasado para entender el presente”
Carl Sagan.
Una de las mentiras más siniestras del estalinismo tuvo a España como víctima. Los deseos del dictador ruso de ganar peso en la escena mundial estaban en el fondo del cambio de estrategia de la Tercera Internacional y en la creación de los Frentes Populares que permitieran el control de determinados gobiernos fieles a los intereses de Mocú.
El Frente Popular español contó, desde el primer momento, con el concurso del Partido Comunista que a pesar de ser minoritario dominó dos Ministerios. Pero su influencia era mucho mayor. La dependencia del Gobierno de la republica de la ayuda militar rusa y la infiltración de los agentes enviados por Stalin en los aparatos militares, administrativos y políticos y culturales, otorgó al PCE un peso determinante en la marcha del conflicto bélico.
El Frente Popular, como ya expliqué, se creó sobre la mentira de que era una coalición en defensa de la libertad, los derechos humanos y la paz. Tres ideas que constituían la amalgama antifascista que extendió Willi Müzenberg, el propagandista de Lenin y, posteriormente, de Stalin.
Müzenberg, según cuenta Stephen Koch en “El Fin de la Inocencia”, orquesto una campaña de manipulación de proporciones extraordinarias: organizó los medios de comunicación: periódicos, cine, radios, libros, revistas y teatro. Involucró a toda clase de líderes de opinión: escritores, artistas, actores comentaristas, ministros y profesores, líderes empresariales, científicos, psicólogos y cualquiera cuya opinión fuera respetada por el público. Y lo hizo negando siempre que lo guiaban motivaciones comunistas.
Señala Koch que los Archivos Generales de la Tercera Internacional “…demuestran de forma fehaciente que las organizaciones y las redes de simpatizantes y propagandistas bajo su dirección estaban totalmente interconectadas con los servicios secretos del Komintern.”
En 1936, Müzemberg veía peligrar su posición. “Las tareas antifascistas de Willi estaban siendo usurpadas y puestas bajo control oculto pero absoluto de los servicios de inteligencia y de la policía secreta” y temía, con razón, ser eliminado como había pasado con muchos de sus correligionarios. Se apoyó en la red de contactos en España para reivindicar su utilidad dentro del partido y evitar así su caída en desgracia. Cuando en Madrid se celebró el Congreso Internacional de escritores para la defensa de la Cultura, en plena Guerra civil, la estrella de Müzemberg estaba ya en declive.
En el capítulo que titula “La Estratagema Española” Koch, tal como hizo el dirigente del PCE Jesús Hernández en su autobiografía titulada “Yo fui Ministro de Stalin”, defiende la idea de que el dictador soviético utilizó a España como moneda de cambio en el tablero geopolítico europeo.
El 14 de Septiembre de 1936 Stalin convocó una reunión en la Lubianka para tratar la cuestión española. Según explica Koch: “En ella se decidió que todas las operaciones del Kominterm en España quedaran bajo el control directo de la policía secreta soviética. De forma simultanea se acordó también usar esa policía para hacerse con el control absoluto del Partido Comunista de España.”
Los comunistas eran minoría en el Frente Popular, dominado por los socialistas de Largo Caballero. Los anarquistas eran la otra gran fuerza de la izquierda. Sin embargo, el PCE exhibió un gran poder de penetración e infiltración en las estructuras políticas, militares y sociales. Su trabajo consistió en eliminar la competencia de los anarquistas y de los troskistas del POUM, cuyo líder, Andreu Nin fue asesinado por miembros del NKVD, concretamente por Alexander Orlov. Dice Koch “Largo Caballero estaba rodeado por agentes rusos, y se mantenía intelectualmente bajo el mando de Julio Alvarez del Vayo.” Cuando Largo Caballero se opuso a la confrontación con anarquistas y troskistas fue sustituido por Juan Negrín que había sido ministro de Hacienda. Stalín se hacía así con el control del Tesoro Público español.
La figura de Julio Álvarez del Vallo merece una mención aparte. No figuraba en la nómina de ministros comunistas en el Gobierno de Largo Caballero. Esta la integraban Jesus Hernández y Vicente Uribe. Sin embargo Álvarez del Vayo pertenecía al grupo de “los hombres de Müzenberg . La esposa de éste Babette Gross aseguró que desde los años 20 Álvarez del Vayo trabajo a las órdenes de su marido. Fue Ministro de Asuntos Exteriores en el Gobierno de Largo Caballero. En el año 1971 Alvarez del Vayo fundo los FRAP el grupo terrorista que dirigió hasta su muerte en mayo del 75.
Cuando anarquistas y troskistas fueron acusados de colaboradores fascistas, “Largo Caballero, -explica Stephen Koch-, era perfectamente consciente de que las acusaciones eran mentira y rechazó de plano apoyarlas. Entonces fue informado de que la ayuda soviética dependía de su obediencia.” Aquella campaña de terror estalinista produjo la primera ruptura con el Frente Popular de un escritor de Izquierdas: George Orwell, quien escribió su “Homenaje a Cataluña”
En su libro de 1939, el que fuera Jefe del Servicio secreto Militar Sovietivo: Valter Krivinski describe el robo del oro del tesoro español. Lo mismo que hizo el responsable soviético en el traslado del oro a Moscú, Alexander Orlov. El objetivo fue saquear España, llevarse todo el oro del tesoro nacional y transportarlo a la Unión Soviética sabiendo que jamás sería devuelto.
Stalin no estaba interesado en que los republicanos ganaran la guerra sino en mantener el mayor tiempo posible la ficha de España en el tablero geopolítico para negociar con las potencias occidentales por una parte y con Hitler por otra.
Señala Koch que “en 1937 la búsqueda de Stalin de una alianza con Hitler ya estaba en una fase muy avanzada y era sabido entre los agentes secretos de alto rango que los alemanes ya no serían objeto de operaciones seriamente hostiles.” Todo esto sucedía mientras en España se ponía a Negrin al frente del Gobierno.
Las redes de intelectuales contra el fascismo y al servicio de la URSS perdieron todo su sentido tras los pactos con Hitler. Los “compañeros de viaje” del estalinismo pasaron a descubrir su auténtica condición de “tontos útiles”. Miles de muertos y gran parte de la intelectualidad occidental desautorizada. Ese fue el balance del engaño frente populista de Stalin. Quienes querían que en España la República resistiera, viendo próximo el inicio de la Segunda Guerra Mundial, desconocían que los planes del dictador soviético eran otros. De hecho, Stalin ya lo había apuntado cuando comunicó en 1938 al embajador español en Moscú, que le solicitaba mayor apoyo armamentístico, que “el crédito se había agotado.” En el mes de Septiembre de ese mismo año Stalin retiró las Brigadas Internacionales en plena Batalla del Ebro. La Guerra civil española se terminó cuando así lo quiso Stalin, quien ya tenía prácticamente cerrado el pacto con Hitler.
Ni que decir tiene que el curso de los acontecimientos echaba por tierra todo el trabajo propagandístico llevado por Müzemberg, quien empezó a temer seriamente por su vida. Era alguien que manejaba mucha información, lo que le hacía sumamente peligroso para el Partido. En esos días escribió su libro “La Propaganda como arma.”
Fue llamado a Moscú en varias ocasiones y en todas ellas se negó a ir, convencido de que acabaría muerto. Con la invasión de Francia por Hitler numerosos alemanes fueron llevados a campos de internamiento entre ellos Willi Münzenberg. Cuando Paris estaba a punto de caer se abrieron las puertas de los campos y muchos emprendieron su viaje al sur. En el trayecto junto a otros compatriotas se unieron al grupo de Müzenberg dos jóvenes y un tal Valentin Harting, un conocido suyo. Tras una larga caminata recalaron en la localidad de Saint Marcellin. Allí los cuatro se separaron del resto del grupo y fueron a comprar un coche a una localidad cercana. Ninguno de ellos se volvió a unir al grupo. Los dos jóvenes volvieron al norte y Harting terminó en París. Müzenberg apareció ahorcado en un bosque entre Saint Marcellin y Saint Antoine. Su cadáver fue encontrado meses más tarde por unos cazadores de la zona.
Una vez más la revolución termina por comerse a sus hijos.
Esto no es “memoria histórica”, es Historia con mayúsculas. Pero conocer la historia sirve de poco si no la utilizamos para comprender las ideas que en buena parte nos determinan, los relatos de parte heredados; si no la empleamos en descubrir patrones recurrentes, para extraer lecciones y evitar repetir errores, para escudriñar en el presente y saber si los estamos repitiendo.
ADENDA. No puedo dejar de preguntarme si este aparato de propaganda ideado por Münzenberg continuó operativo durante la Guerra Fría. Al parecer si. Y tampoco alcanzo a comprender si en esta nueva versión de la Guerra, iniciada con la invasión de Ucrania, sigue funcionando una nueva edición de aquel inmenso aparato de propaganda. Un hecho me llama la atención. Tras el encarcelamiento del periodista Pablo González en Polonia, una serie de personalidades españolas del mundo de la cultura, el periodismo y la judicatura salieron en su defensa. Luego, González fue parte de una negociación de canje de presos y terminó en Rusia saludado por Putin y abrazado a relevantes agentes del servicio de información ruso, entre ellos a Oleg Sotnikov, espía de las Fuerzas Armadas rusas. Se supo entonces que su auténtico nombre era Pavel Rubsov, un espía al servicio del Kremlin. Entre las personalidades que se retrataron estaba el exjuez Baltasar Garzón, el actor y guionista Carlos Bardem, el columnista Bob Pop, el periodista Fonsi Loaiza, el doctor en Ciencias políticas Jorge Riechmann, el actor Pepe Viyuela y la periodista y tertuliana Ana Pardo de Vera.
Es curioso que en estos días hayamos sabido de los informes policiales elaborados por la Comisaria General de Información, que vinculan a Jaume Roures con la Trama rusa del Proceso soberanista catalán. Roures, según estos informes, sería miembro del “Equipo conjunto de Comunicaciones.” Señala la información de El Confidencial que la principal misión de esta estructura es la realización de labores de desinformación en Europa. El documento de 9 páginas obra en poder del Juzgado de Instrucción número uno de Barcelona que dirige el Magistrado, Joaquín Aguirre.
Será todo pura casualidad, pero no dejan de rimar tantas casualidades.
Imagen: fragmento de la portada de “El fin de la Inocencia” de Koch.