Este Gobierno no nos representa
Suma oportunista de perdedores sin legitimidad democrática
Desde 2018 los gobiernos de Sánchez no son representativos de la mayoría social española. Su poder se funda en el acto puntual de las investiduras, logradas sumando a todos los perdedores, desde el PSOE a pequeños partidos comunistas y separatistas con historial de terrorismo. Es el fatal efecto del deletéreo sistema electoral que padecemos. Con la unión de la investidura logran la impunidad para cuatro años de legislatura: todos consiguen el usufructo el poder para aplicar políticas en beneficio propio, como una banda de carroñeros con el camuflaje del “progresismo”.
Una vez lograda la pieza del poder, todos están expectantes, sentados en la mesa para sacar la mejor tajada de la presa que no es otra que la nación española, formada por todos y cada uno de los españoles. En cada votación del Congreso de Diputados interactúan sus intereses contradictorios, tanto si logran ponerse de acuerdo (indultos a violentos contra la Constitución, cambio de la ley penal a favor de los delincuentes, y ahora la infame ley de amnistía contra el orden instituido…), como si no (leyes del presupuesto del Estado, suelo, y anti-proxenetas…). Pero el efecto global es el mismo: el progresivo deterioro del orden democrático en la dimensión política, económica y educativo-cultural. La taimada estrategia de Sánchez para sobrevivir a su precaria situación es huir hacia delante: crea hechos a su medida para eludir la realidad, como el simulacro de su renuncia, usando al Rey para burla de todos los ciudadanos, la crisis con Argentina e Israel o el reconocimiento del Estado palestino en medio de una guerra no iniciada por Israel; erige y ataca enemigos (fachosfera, Ayuso…); crea relatos contradictorios contra el PP y Vox, pero pacta con PP en Europa, o cuenta con sus votos cuando sus socios le dan la espalda.
Visto el carácter del personaje por nada del mundo soltará el poder ahora que tiene casi todas las instituciones controladas, más aún ahora que su mujer está investigada por corrupción. Pero los hechos son tozudos. Contra ellos ha erigido una red de creación de opinión con epicentro en la Moncloa y se expande por medios y redes. En todo el “ruido” que genera subyace este patrón: la realidad no existe, se crea; si un hecho contrario sale a la luz, se neutraliza con acusaciones o relatos contra la oposición; la verdad es para ingenuos, depende de los intereses; la ética es para exigirla a los enemigos…Pero los hechos están ahí para quien quiera entenderlos:
1. Regresión democrática: involución constitucional con la aprobación de la ley de amnistía, gracias a los votos ventajistas de sus socios, pero contra los ciudadanos, el Senado, el CGPJ y los más reconocidos juristas; beligerancia contra la independencia de las instituciones (Congreso de Diputados, TC, CGPJ, Fiscalía, Consejo de Estado…); control ideológico y político de los medios (quiebra del pluralismo en RTVE, voluntad de control de la libertad de medios privados); opacidad y falta de transparencia en la gestión de los recursos públicos. La democracia española retrocede, está en la posición 23 casi al final de las democracias plenas, detrás de Grecia y Francia. Obtiene peores resultados en participación ciudadana y funcionamiento del gobierno (The Economist Intelligence Unit, The Economist, 2024).
2. Declive socioeconómico: intervencionismo económico, inseguridad jurídica, gasto y deuda desmedidos han generado un “tímido crecimiento de 2,3 puntos entre 2019 y 2023, un 50% por debajo de la media europea” (Instituto Juan de Mariana). En ese periodo, Portugal ha crecido un 7,8% e Irlanda un 35,4%. En ese mismo periodo el poder adquisitivo de los españoles ha caído un 5,5%, coherente con la regresiva evolución del PIB per capita en paridad de poder de compra, entre el periodo 2017-2023, que ha retrocedido del 92,8% al 88,6% sobre la media de la UE (EUROSTAT). El INE indica que el PIB ha crecido en 2023 un 2,5%. La UE prevé para 2024 un crecimiento para España de un 2,1%. Crecimiento insuficiente para cumplir los objetivos de deuda (sobrepasa los 1,6 billones de euros) y déficit (incremento exponencial de 455.726 en millones de euros entre 2019, con 38.688, y 2024), (Banco de España). Desde 2019 el empleo efectivo no remonta. En 2024 la tasa de paro es del 11,7%, frente al 6% de la UE, y del 27,5% de los menores de 25 años.
FUNCAS señala el lado oscuro del “crecimiento impulsado por el gobierno Sánchez, pues ha elevado el PIB a base de disparar el gasto público, con empobrecimiento del gasto privado, cuyo estancamiento induce un retroceso de la inversión”.
Todos estos datos apuntan a una causa: la regresión del índice de libertad económica: “España ocupa el lugar 55 de 184 en el ranquin de libertad económica, posición baja comparada con otras economías desarrolladas (Instituto de Estudios Económicos, IEE, de la fundación Heritage). Pero, Sánchez dice que la economía española ya no va como una moto sino como un cohete. La faltó añadir, cohete de mascletá.
3. Degradación educativo-cultural. Las leyes socialistas de educación han desmembrado el aparato educativo destruyendo los nexos del sistema: currículo, docencia, evaluación y medición. Con las competencias educativas cedidas a las autonomías y la laxitud de las leyes estatales de educación, Cataluña y País Vasco controlan la educación y la utilizan para enajenar España de la mente y conducta de los alumnos, cuya metástasis se ha expandido Navarra, Valencia y Baleares. A los nuevos gobiernos de estas dos últimas autonomías les costará revertirlo. No sé si podrán. El español en Cataluña ha dejado de ser lengua oficial, pues ha sido extirpado de la educación y de las instituciones. Para conocer los resultados educativos hemos de recurrir a las pruebas internacionales PISA, que desde el año 2000 certifican mediocridad, salvo excepciones, y reducción de la tasa de alumnos excelentes con un exiguo 5% frente al 16% de Japón. Para más información ver en La degradación del capital humano español https://www.vozpopuli.com/opinion/degradacion-capital-humano.html.
En seis años el destrozo de la credibilidad institucional ha llegado a máximos; no hay institución que se salve. Sánchez motivó la moción de censura contra Rajoy por ética democrática, acusando de corrupción al PP y presumiendo de altas miras éticas. Ahora el PSOE está implicado en diversos casos de corrupción, desde los EREs, a los casos Delcy, Tito Berni, Koldo, Ábalos, Aldama y otros vinculados a su entorno familiar de Sánchez: su mujer, hermano, pero sobre todo él mismo, pues lo que hacen y consiguen es por su posición familiar con el “amo” en expresión de Puente, restándole el exabrupto. Ahora se contradice al limitar la corrupción al ámbito penal, pensando que decaerá, pero en democracia los estándares de honestidad política son éticos y exigen la dimisión al menor atisbo de corrupción. Es más, no solo margina la ética pública, sino que a través de “su fiscalía”, ahora desautorizada por la Audiencia de Madrid, interfiere en la investigación judicial que afecta a su mujer.
Sánchez carece de legitimidad democrática para detentar el poder constitucional, porque la representatividad no se limita al sistema de mayorías —en su caso de la investidura— que sólo expresa el umbral mínimo (legalidad inicial) del sistema de legitimación en el marco de la cultura democrática. La legitimidad tiene que ver con el vínculo moral que une al representante con una amplia mayoría social más allá de su partido y socios; se actualiza durante el mandato a través de la gestión pública transparente; y finaliza con el egreso del poder político para ser un ciudadano más sin prebendas.
La democracia liberal desde la Ilustración se basa en los límites y contrapesos porque la corrupción es intrínseca al poder. En las democracias libres, el poder representativo detenta amplios poderes políticos, económicos y comunicativos que ponen a prueba la competencia e integridad personal del liderazgo, por la peligrosa combinación de poder, dinero y ambición. Sólo a una minoría de lideres les encumbra el ejercicio del poder por su desapego y grandeza personal al servicio del interés general de la sociedad. No es el caso de Sánchez como está a la vista de todos. Objetivamente su tiempo ha terminado. No nos representa, ni siquiera a muchos de sus votantes. Sánchez como tantos autoritarios, tiranos y dictadores está en la situación agónica de evitar lo inevitable. Lo está alargando animado por sus socios, pero sabe que carece de legitimidad ético-política. No quiere ver más allá de la ceguera ideológica, del orgullo herido y del juego de los intereses.