Escurrir el bulto y sacar tajada de la tragedia
Responsabilidad de acción y de prevención en las inundaciones de Valencia.
Ya han pasado dos semanas desde la inundación en la Comunidad Valenciana (cuenca del Bajo Turia: Utiel-Requena, Horta Sud y otras zonas), Región de Murcia (Letur en Albacete), Castilla-La Mancha (Mira en Cuenca).
La crudeza de la devastación la sufren quienes la viven; ha sido inmensa e irreparable en daños personales, todavía se encuentran muertos entre el fango y desaparecidos; las imágenes presentes en todos los medios dan cuenta gráfica de los daños materiales en bienes, servicios y empresas. La reconstrucción costará tiempo y recursos.
En medio de tanto mal, es una constante humana buscar un responsable, alguien en quien derivar la culpa como resorte mental liberador para soportar las desdichas. El responsable debe pagar; es el precio depositado en el otro plato de la balanza que, al menos simbólicamente, equilibre el otro plato en este caso de la muerte y devastación.
Está en ebullición la guerra política y mediática para señalar al culpable. Quien logre asociar la desgracia, en el sentir colectivo, con un responsable habrá ganado la batalla.
El foco mediático se proyecta, por un lado, en Sánchez y su entorno y, por otro, en Mazón y su entorno. Son los presuntos culpables. Uno ganará y el otro perderá. Así se están construyendo los relatos con independencia de la objetividad de los hechos y las responsabilidades respectivas de uno y otro.
Más allá de esta forma beligerante de construcción social del poder político, están la realidad de los hechos y las responsabilidades en su evitación preventiva, abandonadas durante décadas. Veámoslo a dos semanas de los hechos.
La perspectiva en este corto plazo de tiempo evidencia tres factores objetivos:
Uno: la cantidad de agua vertida por la DANA de más de 2.000 m3 por segundo es motivo de catástrofe en cualquier lugar, mucho más aquí en la cabecera de la cuenca del Bajo Turia, zona inundable densamente poblada con historial previo de inundaciones. La ejecutoria de la AEMET y de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) dependen de la ministra Ribera. Desde Bruselas puso un tuit a las 12:45 horas pidiendo “máxima cautela” y llamó a Mazón con el barranco del Poyo desbordado. En el undécimo día ha cargado contra Mazón en la SER. En conjunto evidencia deficiencias funcionales con protocolos burocráticos ineficientes que han tenido fuerte impacto en la descoordinación. Al principio la CHJ puso el foco en el río Magro y en la presa de Forata, no en el barranco del Poyo, pues su caudal se había reducido a las 16:13 horas, pero más tarde a las 17:25 el caudal aumentó de forma exponencial y se produjo el trágico desbordamiento.
Con todo, lo más importante es lo que no se hizo antes para prevenirlo. La cantidad de agua vertida en la cabecera de la vertiente, discontinua a mediodía, pero muy intensa y continuada horas después, hacía inevitable la fatal inundación del barranco del Poyo.
Un hito preventivo fue el Plan Hidrológico Nacional (2001) que incluía la construcción de la presa de Cheste para evitar inundaciones en 16 municipios, muchos de ellos ahora afectados por la inundación. Zapatero, en 2004, decidió suspenderlo. No se ejecutó ninguna de sus disposiciones. He aquí una responsabilidad que por no ser inmediata a los hechos no se tiene en cuenta.
Los planes de la Generalidad Valenciana de 2007 y la modificación del 2021 (Decreto 112/20921, de 6 de agosto) están orientados a la ordenación de los recursos naturales del Turia, agricultura y ganadería, forestal e industrial, abastecimiento de agua y depuración, etc., pero estos planes no establecieron medidas efectivas de prevención de las zonas inundables.
La Confederación Hidrográfica del Júcar elevó un informe a la ministra Ribera (2020) con propuestas de remodelación del cauce del barranco del Poyo a su paso por los municipios afectados por la DANA con la construcción de un azud (construcción que deriva parte del caudal en una red de acequias) para derivar aguas en las crecidas, pero puede favorecer la expansión de especies invasoras. No se ejecutó. He aquí otra responsabilidad que tampoco se tiene en cuenta.
Todas estas responsabilidades preventivas desatendidas presentan una relación causal mediata con los hechos. La cuenca del Bajo Turia es una bomba de relojería. Ahora ha estallado y lo volverá a hacer si no se ataca la causa: el barranco del Poyo, de Chiva, la seguridad de las presas y el urbanismo. Ahora el foco, está puesto, como debe ser, en las responsabilidades inmediatas del Gobierno y de la Generalidad que en lugar de sumar están en una guerra política de unos contra los otros para sacar tajada de la desgracia.
Dos: la dejación del poder del Estado, tanto de la prevención exigible habida cuenta de los riesgos potenciales de esta zona inundable con ríos, barrancos y embalses, como de la intervención unitaria, coordinada, inmediata y efectiva para atender a la población, garantizar el salvamento, seguridad pública, necesidades básicas, salubridad y reparación. El responsable directo de la dejación es el presidente, Sr. Sánchez.
El poder del Estado no es otra cosa que los medios institucionales y materiales que los ciudadanos individuales hemos depositado en el Estado democrático para nuestra defensa, seguridad y desarrollo: ejército, policía, bomberos, instituciones públicas (centrales, territoriales y locales) de conocimiento (AEMET, Confederaciones hidráulicas, etc.) y de gestión (presidencia del Gobierno, de la Generalidad, ministerios, consejerías, diputaciones y ayuntamientos con todos sus organismos y recursos de gestión).
En esta tragedia el Estado en su conjunto ha sido incompetente e ineficaz en las medidas de prevención e intervención rápida y suficiente con relación a la magnitud de los hechos. Las primeras 48 horas después del diluvio fueron un caos; los ciudadanos, abandonados a su suerte.
En este punto es importante señalar que el Estado central tenía la información y los recursos para intervenir y no lo hizo. Seguridad Nacional informó a primera hora del fatídico martes (29.10.2024) que la DANA podía provocar inundaciones. A las 16:00 horas el alcalde de Utiel daba la alarma por la inundación que afectaba a su pueblo. La Confederación del Júcar, pasó más de dos horas sin decir nada. El Gobierno avisó a Mazón cuando la riada había inundado Paiporta. El Estado convocó el Comité de crisis por la noche, después de la catástrofe, presidido por la vicepresidenta Primera del Gobierno, Sra. Montero, con los ministros Bolaños, Robles, Marlaska y Ribera. Llamaron a los presidentes de la Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y Murcia para poner a su disposición medios que pudieran pedir. Esta decisión de eludir la responsabilidad directa de la competencia estatal que prevalece sobre cualquier otra consideración y transferirla a las autonomías fue determinante de los errores e incapacidades posteriores. Correspondía al ministro del interior, Sr. Marlaska, la coordinación legal y declarar la situación operativa de nivel 3 sumando a la Generalidad Valenciana, diputaciones y ayuntamientos. No lo hizo, por propia iniciativa o por voluntad de Sánchez, pero esta decisión de inhibición y poner el foco en Mazón es fundamental para entender la evolución de los acontecimientos con trascendencia política. Supuso un cambio radical de la coordinación habida en los primeros momentos entre el Gobierno y la Generalidad Valenciana hasta que se tuvo noticia de la catástrofe.
La conciencia de la gravedad de la situación durante el miércoles y jueves motivó la “riada” de ciudadanos voluntarios desplazados de todas partes para limpiar, ayudar y colaborar. El Gobierno se vio obligado a una creciente intervención del ejército, siempre insuficiente con reticencias de la ministra Robles y descontento de militares de alta graduación. Dos semanas después queda todavía mucho por restaurar.
En todo este tiempo ha quedado en evidencia la falta de liderazgo de Sánchez al eludir su responsabilidad y pasar la patata caliente de la tragedia a Mazón y la incapacidad de éste, superado por los hechos, con carencias de liderazgo y errores de comunicación y gestión. Con todo, en materia de responsabilidades la equidistancia es moralmente rechazable por lo que afirmo que la responsabilidad directa e irrenunciable, por acción y omisión, es de Sánchez y su entorno.
Tres: la politización partidista e ideologizada de la tragedia. Como indicaba al principio la batalla del relato para atribuir las culpas anega los medios y las redes. El foco se ha desplazado de las calles y plazas de las ciudades inundadas con la imagen del fango y las labores de limpieza a la caza del culpable. El día 11 después de la tragedia el foco está puesto en la comida de Mazón del martes trágico, y las declaraciones contradictorias de consejera de Justicia. La falta de transparencia de uno y la torpeza de la otra alimentan el fuego de la pira. El foco no está en lo que hizo o dejo de hacer Sánchez, Ribera o Marlasca que objetivamente son los máximos responsables, pero así se hace la construcción social de la realidad en esta época de posverdad. El foco busca y refuerza unir en un vínculo estable al responsable con la tragedia para culpar a unos y salvar a otros. Unos pierden para que otros ganen.
Los muertos serán enterrados con honores, la devastación se irá restaurando. La vida sigue, pero la conciencia interpela, duda, cuestiona y va más allá del relato del poder. La cuestión candente es y seguirá siendo cómo prevenir estas catástrofes evitables, especialmente en vidas humanas. Unir conocimiento, presupuestos y gestión en un proyecto que libere a las ciudades del Bajo Turia de las inundaciones trágicas. Se hizo después de la inundación de Valencia en 1957.