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El artículo de Jesús Rul me ha recordado en algún momento aquella frase de Tito Livio, en la introducción a su magna obra, donde afirma que escribe historia con el deseo de transformar la sociedad, para a continuación afirmar que duda de ese poder terapéutico dado que "los romanos -de entonces- no podían soportar ni los males ni sus remedios".

Aquí se señalan males y (probables) remedios, pero ello no parece posible hasta que no quitemos el tapón causal que produce ese mal inagotable de la corrupción, cuyos efectos el autor se encarga de hacernos ver que trascienden la esfera moral de los individuos para enseñarse con la sociedad en su conjunto. Acabar con la causa de la corrupción es la tarea prioritaria antes de pasar a sus efectos y manifestaciones a lo largo del tejido social y político.

Y luego se podrá proceder a poner en marcha el conjunto de medidas que atinadamente se señalan ahí; incluida la supresión del Tribunal Constitucional; muchos legos en Derecho Constitucional no entendemos muy bien qué pinta un 'tribunal' que no forma parte del poder judicial corrigiendo las sentencias de los miembros del mismo, máxime cuando el Poder Ejecutivo posee la capacidad que hemos visto de manipularlo y transformarlo en un episodio suyo (¡y, si no, que se lo pregunten al gran teórico Óscar Puente, siempre y cuándo no haya quedado atrapado en algún incidente ferroviario, se entiende!...)

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fe de erratas: donde dije 'enseñarse' quería decir "ensañarse"

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