Este mensaje guerracivilista, lanzado en el congreso del PSOE en Sevilla (2024), expresa de forma nítida el resabio totalitario de la izquierda revolucionaria neocomunista, encabezada por el sanchismo (en la guerra cultural lo venden como la nueva socialdemocracia). Isabel Rodríguez, dirigente socialista en el Comité Federal del PSOE-2024: “cuando acabemos con la derecha blindaremos las políticas de vivienda en la Constitución”. Discurso antitético con el compromiso de la Transición por una Constitución de todos. Nostalgia de la Constitución izquierdista de la II República.
Entronca con la tradición originaria del PSOE de Largo Caballero y reduce a la excepción el corto periodo socialdemócrata de las dos primeras legislaturas de González, hoy un apestado para la dirigencia socialista.
La internacional socialista dirigida por Sánchez con los turbios y lucrativos manejos de Zapatero con las dictaduras hispanoamericanas pugna por el progresismo identitario según una visión universal que percibe el pluralismo como anomalía, enemigo y traición. Encarna la cultura política del enfrentamiento radical: para ser nosotros (incluye tener siempre el poder y una red clientelar) hemos de eliminar al otro. Expresa la indivisibilidad totalitaria; no cabe la existencia misma del otro. La derecha no tiene derecho a existir y Sánchez se presenta como salvador de la “humanidad de todas las derechas”.
La gobernanza sanchista lo expresa con nitidez; ya se ha apoderado de casi todas las instituciones del Estado puestas a su servicio. La maquinaria político-mediática funciona para la destrucción de la derecha: la alternativa democrática. Dos casos actuales, torpedos contra la línea de flotación de Feijoo:
—Acabar con Ayuso. La activación del poder del Estado (Presidencia del gobierno, Hacienda, fiscalía general de Estado y medios afines) contra Ayuso (PP), presidenta de la Comunidad de Madrid, rebelando información fiscal confidencial de un ciudadano, su novio). El Tribunal Supremo está en la diana por esta causa de revelación de secretos y otras abiertas o que puedan abrirse por casos de corrupción del PSOE.
—Acabar con Mazón. La guerra contra Mazón (PP), presidente de la Comunidad Valenciana. Es el eslabón débil del PP a quien hay que destruir. El mismo día de la inundación por la DANA (19.11.2024), por la noche, el gobierno Sánchez decidió no asumir la responsabilidad de liderar la lucha contra la destrucción, prescrita por la Ley 17/2015 que regula el Sistema Nacional de Protección Civil para atender con urgencia y medios a los ciudadanos; medios que sólo tiene el Estado (ejército, policía, guardia civil, carreteras, vías férreas, Confederaciones hidráulicas, dinero etc.). Esta decisión irresponsable y criminal responde a una estrategia de poder: poner el foco en Mazón, derivar la culpa en su incapacidad y errores iniciales. Digo incapacidad pues ni él ni nadie podía evitar la tragedia habida cuenta del diluvio caído en la cabecera de esta zona inundable tan densamente poblada, donde las medidas de prevención se han obviado durante décadas, pese a inundaciones previas repetidas a través del tiempo histórico. Digo errores, pues el gobierno valenciano los tuvo y debe responder por ellos, pero en el foco debe estar el gobierno Sánchez no por simples errores, sino por una responsabilidad criminal por omisión de una obligación inexcusable. Todo gobernante, estatal, autonómico y local, tiene o debe tener un panel de control o cuadro de mandos (trableau de bord) con los indicadores básicos a priorizar, siendo los que afectan a la seguridad ciudadana de activación inmediata (ejemplo: Biden, presidente de un Estado federal —no el gobernador de Florida— pidió a los ciudadanos ponerse a resguardo, por vida o muerte, por los efectos del huracán Milton y después visitó la zona afectada ofreciendo recursos. Sánchez, presiente de un Estado unitario y descentralizado (autonomías), no avisó, eludió asumir el mando con arreglo a la ley (que Mazón se coma el marrón), tardó en asistir a la población y huyó en la visita a Paiporta.
Con todo, esta tragedia va más allá de los errores regionales y el foco está, debe estar, en el gobierno de la Nación que evita el foco de la responsabilidad y busca sacar tajada política a costa de los ciudadanos asignando recursos con lentitud calculada. Hay una operación de la izquierda (PSOE-Compromís-separatistas) para recuperar los votos de la Comunidad Valenciana y echar al PP. Mazón es el blanco en quien se concentra la estrategia de señalamiento y desgaste: Ribera ministra del ramo hidráulico ni siquiera ha visitado la zona con errores graves de sus confederaciones hidráulicas. En su intervención en las Cortes, por exigencias de la candidatura a la vicepresidencia de la UE, ha descargado la culpa en Mazón. La ministra Morant (PSOE), aspirante a sustituir a Mazón en la Generalidad Valenciana, gritaba con ira en el Congreso de Sevilla en contra Mazón. En Valencia la izquierda del PSOE-Compromís y separatistas promueven manifestaciones contra Mazón. La estrategia es clara: debilitar a la derecha en dos frentes: Mazón (Valencia) y Ayuso (Madrid). El líder supremo lo ha dicho: ¡a recuperar poder territorial! Y más engaños: ahora otra empresa pública de vivienda, artefacto burocrático con cargos del partido y nido de corrupción, al tiempo.
Lo que está sucediendo responde a una concepción autoritaria y excluyente del otro propia de los movimientos totalitarios, en este caso del progresismo identitario como nuevo sujeto revolucionario. Como es común con toda revolución, desde la Revolución Francesa y las que siguieron su estela, como la revolución de la izquierda contra la II República, está hecha de engaños, intereses sectarios, resentimiento y odio. La imposición del discurso identitario e igualitario, aparentemente benévolo en las primeras etapas, esconde la semilla del autoritarismo, odio y violencia como, los discursos de la Revolución francesa de 1789 encendieron la guerra civil sanguinaria del Terror (1793). En nuestro caso, los fastos republicanos de 1931 (con actas electorales amañadas) terminaron en el sectarismo, odio y asesinatos que condujeron a la Guerra civil (1936), o la alabanza del autonomismo (1978) ha terminado en un mercado de transferencias competenciales sin fin que nutre el separatismo y la insurrección secesionista en Cataluña (2017).
Los valores de la civilización democrática están en juego otra vez: unidad, libertad, Estado de derecho, independencia judicial, separación de poderes, control efectivo de poder, propiedad privada, prensa libre y pluralismo, educación excelente… Todos ellos en la trituradora de la nueva revolución. Su horizonte temporal, acreditado por la historia, es el deterioro del orden instituido que estamos observando. Mal presagio de futuro que nos concierne a todos.